Fidel Castro, el estudiante revolucionario, convertido luego en abogado, en político, guerrillero y líder de la revolución cubana. Alrededor de su recia personalidad y de su carisma como líder social, se han construido no pocas historias, muchas de ellas matizadas por hipérboles infortunadas y otras salpicadas de imprecisiones y falsedades cuyo torvo propósito resulta inconfesable. Quién puede negar que la gura de Fidel Alejandro Castro Ruz (Birán, 13 de agosto de 1926 - La Habana, 25 de noviembre de 2016) ha estado presente en la historia de América Latina y, en algún grado, en la del mundo, en los últimos sesenta años. Y cómo negar que en algunas circunstancias, su pensamiento y su acción también fueron decisivos en el curso de esta historia reciente de nuestro subcontinente. Fidel Castro, el abogado que se graduara (septiembre de 1950) con una tesis que llevaba por título La letra de cambio en el derecho internacional privado y en la legislación comparada, legó a la historia una extraordinaria pieza de oratoria forense que hoy queremos rescatar y ofrecer a nuestros lectores, en especial a los jóvenes que inician sus estudios de leyes y a los que pronto los culminarán, si bien a los que son expertos en el foro su lectura no les hará mal, en la que se muestra en su gran dimensión de humanista, dueño de una palabra ágil, vivaz, inteligente, penetrante. Se trata de su defensa (julio de 1953) tras el fallido asalto al Cuartel Moncada, que le da el título a esta publicación y que ciertamente no fue la primera en que así lo hacía, pues debe anotarse que tal hizo al ser acusado de desacato a la autoridad en la ciudad de Cienfuegos. En esta ocasión le sirvieron de inspiración textos de José Martí y el Yo acuso de éMile Zola.

Abogado, político y guerrillero marxista cubano. Después de derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista gracias a una guerra de guerrillas durante la Revolución cubana, fue mandatario de su país por 50 años, como primer ministro (1959-1976) y presidente (1976-2008). Ha sido calificado de dictador, principalmente por el lapso extendido y el carácter autoritario de su mandato.